Jugamos en las ramas con pesadas cabezas planas,
la habitación tiene un sentido. Y el sonido nos traía
la oscuridad como una fiesta para la que se habían
apagado las luciérnagas y los últimos fuegos.
¿Qué era ese silbido en los oídos, la masa
acuosa del temple en el constante bailar?
Esos libros que están al costado de la lámpara,
la frase que vuelve cubriendo con su estela
el despegue laborioso, controlado.
Los animales que amamos se van cerca del fuego,
y parecen que buscan su muerte persiguiéndose
por troncos y vallas. Y también esos pequeños
con que nos calentamos, todavía podemos
tocar sus narices, dejarlos rondar con sus
patas que marcan un camino sin fisuras
donde nos encontramos sin hablar.
Los útiles, las puntas de unos lápices
en un cubo flúor movidos por el viento.
La nota escrita con la lapicera sostenida
en la punta de dos dedos como una estrella temblorosa
y helada abriéndose una y otra vez.
Un hundimiento preserva las huellas anteriores
a esta tarde vistas en la luz marrón de una taza.
Si alguien se detuvo a contemplar el equilibrio
que se unía lejos de aquí, ese espacio
que resaltan las ramas para que nos acostemos.
Una laguna rosa se enciende en el momento de jugar
a encontrar adentro nuestro el lugar de las criaturas.
la habitación tiene un sentido. Y el sonido nos traía
la oscuridad como una fiesta para la que se habían
apagado las luciérnagas y los últimos fuegos.
¿Qué era ese silbido en los oídos, la masa
acuosa del temple en el constante bailar?
Esos libros que están al costado de la lámpara,
la frase que vuelve cubriendo con su estela
el despegue laborioso, controlado.
Los animales que amamos se van cerca del fuego,
y parecen que buscan su muerte persiguiéndose
por troncos y vallas. Y también esos pequeños
con que nos calentamos, todavía podemos
tocar sus narices, dejarlos rondar con sus
patas que marcan un camino sin fisuras
donde nos encontramos sin hablar.
Los útiles, las puntas de unos lápices
en un cubo flúor movidos por el viento.
La nota escrita con la lapicera sostenida
en la punta de dos dedos como una estrella temblorosa
y helada abriéndose una y otra vez.
Un hundimiento preserva las huellas anteriores
a esta tarde vistas en la luz marrón de una taza.
Si alguien se detuvo a contemplar el equilibrio
que se unía lejos de aquí, ese espacio
que resaltan las ramas para que nos acostemos.
Una laguna rosa se enciende en el momento de jugar
a encontrar adentro nuestro el lugar de las criaturas.
(de Que contiene láminas)
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